Desde hace mucho tiempo tengo ganas de escribir lo agradecido que estoy a Rafa Nadal por tantos buenos momentos que me ha hecho vivir viendo sus partidos en directo o por la tele. Por tantas veces que nos ha servido de ejemplo. Por todas las lecciones que nos ha dado de fuerza de voluntad, de coraje, de saber estar, de respetar al contrario... Y de humildad, porque nunca ha pretendido dar lecciones a nadie.
Desde el principio de su carrera he oído que no iba a durar. No sé por qué mucha gente parecía que difrutaba prediciendo el final de la carrera de Rafa. Cuando iba a ser su última victoria. Cuando su último torneo. Y Rafa siempre conseguía ganar otra vez. No importaba si estaba cansado, lesionado, o si tenía cualquier otro problema físico o mental. Él siempre se levanta para estar en la pista y luchar por el partido.
Cuando Rafa ganó su primer Roland Garros en 2005, ya había gente que decía cosas como: "no va a durar, tiene un problema en las rodillas. Sé de buena tinta que no va a poder jugar mucho tiempo a este ritmo.". Y yo no sé si Rafa tenía algún problema en las rodillas o no, pero lo que sí sé es que siempre le volvía a ver en la pista jugando cada vez mejor tenis y ganando cada vez más torneos.
En aquel momento yo estaba trabajando en Francia y mi profesor de tenis decía que no le gustaba como jugaba Rafa, que no era elegante. Bueno, a mí me parecía que jugaba de la mejor manera posible, devolviendo más bolas que el contrario. Este juego es así de simple.
Luego, la gente empezó a decir, que Nadal solamente podía ganar en tierra. Que nunca ganaría nada en pista rápida y mucho menos en Wimbledon. Yo veía que Rafa llegaba a la final y que solamente el gran Roger Federer era capaz de ganarle y después de partidos interminables. Y entonces llegó el gran partido de la final de Wimbledon 2008. Yo vi aquel partido en directo y no paraba de saltar en el sofá de mi casa mientras Nadal jugaba hasta levantar el trofeo.
Una de las cosas que me ha enseñado Nadal es que hay que tener mucho cuidado cuando se dice que algo es imposible.
Después llegó el Nadal dominador, el indiscutible número uno, el que ganaba a todos en cualquier superficie.
Y finalmente llegaron los problemas, las lesiones, los momentos malos. Y volvieron a decir que estaba acabado, que nunca volvería a ganar ningún grande. Yo nunca dejé de creer. Nadal se levantaba y ganaba torneos, siempre lo hacía. Y aquí está el gran Rafa para quitarle la razón a todos una vez más. No importa si mañana gana o pierde, Rafa Nadal está en lo más alto del Tenis.
No voy a entrar en si Rafa es mejor o peor que nadie. Para mí es el más grande, el que más lucha, el que más corre, el que nunca se rinde, el que recupera siempre más bolas de break. No tengo duda de eso.
Ayer viendo el partidazo contra Dimitrov en la semifinal del Australian Open 2017, pude revivir una vez más las sensaciones de ver a Rafa luchar cada pelota de lado a lado de la pista.
Yo estoy en USA en estos momentos por motivos de trabajo, pero pude ver el quinto set. Dimitrov estaba jugando muy muy bien, con golpes largos y rápidos al fondo de la pista. Pero Rafa corría y corría y devolvía estos golpes con otros más fuertes a cada esquina de la pista contraria. Al final ganó Rafa y ya está en la final de un grande, y además con Roger Federer, como en los buenos tiempos. No puede haber un partido mejor. No me puedo alegrar más y estoy deseando ver ese partido.
Ahora, mientras escribo estas líneas estoy en el aeropuerto de Charlotte, NC, de vuelta a Madrid. Llego el domingo por la mañana, justo a tiempo de ver la gran final. No me la pienso perder.
Por todo esto y por mucho más ¡Gracias Rafa!
Quería publicar esto antes del partido de la final. No importa qué pase mañana. No sé si ganará o perderá, pero lo que sí sé es que luchará cada bola del partido como si fuera la última, como si le fuera la vida en devolver cada bola. Y también sé que yo estaré viéndolo y animando a Rafa desde el principio hasta el final.
¡Vamos Rafa!